Esto se refiere a
cuando el empresario cree que debe agregar personal extra para que el producto
salga con la calidad deseada. Pero en realidad no es así. La calidad la hace la
cadena de operarios bien entrenados y, esto es cierto, es conveniente que haya
una persona que supervise la gestión de calidad, pero una sola.
Si fuésemos a poner el problema desde el punto de vista del cliente, tenemos un problema bien definido. Hay dos tipos de
clientes. Unos son los que por razones de poca exigencia, o de cantidad, o por
ignorancia, nunca especifican nada... Y están los otros, los de los grandes volúmenes,
las empresas internacionales, que si no hay quien pacte esas exigencias ellos te
las imponen y rechazan el producto, muchas veces sin que la imprenta lo entienda demasiado bien.
En estos casos yo
solía a ir a pactar con el cliente el AQL (aceptabily quality level). Esto significa que ellos
te ponen un porcentaje aceptable mínimo
para cada tipo de defecto. Suele haber tres tipos:
Críticos: aquellos que de estar presentes, impiden el uso del producto. Por ej., que el código de barras no sea legible
por el lector, lo que no
puede ser menos del 80%. Y así hay otros defectos críticos. Suelen tener un porcentaje
de aceptación de cero.
Los defectos mayores: son los que afean el producto sensiblemente,
aunque éste se pueda usar, como variaciones de tonos o de color. Esto se mide
con densitometros y cartillas de color.
Defectos menores: no se notan mucho, pero en cantidad alta afean el
producto. Tienen más tolerancia, y por esto no suele haber rechazos, pero sí
advertencias.
Se entiende que
todo esto se controla por unas tablas que existen, ya que no se puede mirar cada producto de toda la partida uno por uno. Se sacan muestras y de ellas surge la cantidad máxima - por ejemplo - de etiquetas defectuosas, que se aceptarán en la muestra. Muchas
imprentas dicen a todo que si, sin estimar las consecuencias que pueden ser
graves (aunque en ocasiones crean que así se aseguran el cliente). Cuando a veces me toca ir
a la empresa y hablar con los responsables de calidad, más de una vez debo decir: No podemos cumplir con esto, o con aquello, lo que podemos hacer es esto....y a esto se le llama pactar un
plan de calidad.
Si no hay un
trabajo responsable, las consecuencias pueden ser muy malas. Recuerdo que
cierta vez un frigorífico tuvo que pagar las etiquetas que había encomendado imprimir,
porque aunque resultaron defectuosas, había una cláusula del contrato de
calidad que especificaba que no se puede destruir el material hasta que no lo
diga el proveedor.
La experiencia
dice que hay ventajas en que la imprenta tenga un Departamento Técnico, para que los técnicos
del cliente tengan con quien hablar su
propio lenguaje. Esto cobra valor cuando piden cosas especiales, como ser
garantizar que las tintas estén exentas de metales pesados, ya que hay algunos
colores que se usan pigmentos compuestos por plomo.
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